Os dejo la reflexión de mi visita ayer a La Mar de Letras...
Hoy
por fin he podido estar en la librería que nos recomendó Irune y la experiencia
ha sido maravillosa.
Como
un niña pequeña ansiosa por conocer la librería, estaba en la Calle Santiago nº
18 a las 16:45, tal y como me esperaba estaba cerrada y no abrirían hasta las
17:00.
Nos
fuimos juntando algunas personas esperando la apertura, la cual se retrasó
hasta las 17:15 porque le había surgido un imprevisto a la librera.
Todos
los que allí esperábamos con un mismo objetivo, comenzamos una conversación muy
amena sobre la educación, sobre el valor de la lectura…etc.
Sin
duda lo más entrañable de la conversación fue un señor mayor que iba a
comprarle un libro a su nieto (esta vez lo quería de dinosaurios).
Nos
comentaba que él tuvo muy difícil el acceso a la lectura (todos sabemos que
tiempos corrían en España antes) y no quería que su nieto se privase de algo
tan valioso…
Aún
escribiéndolo ahora, un escalofrío me recorre el cuerpo y no puedo evitar
esbozar una sonrisa de recordar a este señor entrañable.
Pocos
minutos después la espera se terminaba y La Mar de Letras abría sus puertas.
Desde
el principio me gustó todo, esas puertas de madera maciza rojas llenas de
libros, pero al entrar mi excitación iba creciendo…
Una
tienda chiquitita como bien dijo Irune, impregnada de color de las portadas de
los libros que en las estanterías esperaban, con el olor característico a papel
que tanto se echa de menos.
Tras
saludar a la librera comencé a sumergirme en el mundo de los libros infantiles,
ordenados cuidadosamente.
Mi
sorpresa fue cuando descubrí que la librería no era solo lo que había visto
hasta ahora, ¡Había más!
Otra
planta en el piso inferior igual de maravillosa que la planta de arriba.
Bajé
las escaleras y sumergida en el mundo de la imaginación comencé a centrar mi
búsqueda.
Enseguida
obtuve sabios consejos y un gran asesoramiento sobre lo que me podía gusta, y
como era de esperar no pude llevarme sólo uno.
No
me quiero enrollar mucho mas (de lo que ya lo he hecho) pero quiero dar las
gracias a Irune por darnos a conocer este lugar y a las personas que mantienen
estos maravillosos rincones y que realizan su trabajo con alegría, dedicación y
motivación.
Hoy
he vuelto a sentirme como una niña cuando me regalaban un libro y me temblaban
las manos de los nervios por empezar una nueva aventura.
Me
ha producido una nostalgia que pocas veces había sentido y de la que a partir
de ahora a menudo sentiré gracias a La Mar de letras.